miércoles, 2 de junio de 2010

EL VIENTO.


                                                                             

En el viento, al pasar, la caricia que vaga sin destino ni objeto, la caricia perdida ¿quién la recogerá?



Pude amar esta noche con piedad infinita, pude amar al primero que acertara a llegar.


Nadie llega están solos los floridos senderos. La caricia perdida, rodará... rodará...


Si en los ojos te besan esta noche, viajero, si estremece las ramas un dulce suspirar, si te oprime los dedos una mano pequeña que te toma y te deja, que te logra y se va.


Si no ves esa mano, ni esa boca que besa, si es el aire quien teje la ilusión de besar, oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos, en el viento fundida, ¿me reconocerás?


Vagos preludios. En la noche espléndida su voz de perlas una fuente calla,


Cuelgan las brisas sus celestes colores el follaje las cabezas pardas de los búhos acechan.


Las flores se abren más, como asombradas. los cisnes de marfil tienden los cuellos en las lagunas pálidas.


Selene mira del azul. Las frondas tiemblan... y todo! hasta el silencio, calla...


Es que ella pasa con su boca triste y el gran misterio de sus ojos de ámbar,


A través de la noche, hacia el olvido, cómo una estrella fugitiva y blanca. cómo una destronada reina exótica de bellos gestos y palabras raras.

Horizontes violados sus ojeras dentro sus ojos (dos estrellas de ámbar)

Se abren cansados y húmedos y tristes cómo llagas de luz que quejaran.

Es un dolor que vive y que no espera, es una aurora gris que se levanta del gran lecho de sombras de la noche,


Cansada ya, sin esplendor, sin ansias y sus canciones son como hadas tristes alhajadas de lágrimas...

AMPARO.
                         

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